Querido amigo,
En el 159 aniversario de la fundación de la SMA, el 8 de diciembre próximo, te invito a subir a Fourvière con Mons. de Brésillac y sus compañeros, como en su peregrinación de 1856.
Era el día de la fiesta patronal del santuario de la ciudad de Lyon. Nuestro Fundador había celebrado Misa a las ocho de la mañana, y a continuación, delante de la imagen de María, ofrecía "nuestra empresa a la Virgen María" y renovaba su "entrega por entero a la obra de Misiones Africanas". A este respecto, el padre Planque dirá 34 años más tarde "el espectáculo no era grandioso si no fuera por la fe y la confianza de nuestro venerado fundador" (Sermón por la fiesta de la Inmaculada Concepción , 1890 AMA 2 B 20).
En la Misa que Brésillac celebró ese día, como en toda Eucaristía, Cristo renovaba el pasado (su vida, su muerte y resurrección) convirtiéndose hoy en gracia para el futuro según el plan de Dios. Igualmente, el acto de fundación llevado a cabo en esta ocasión por de Brésillac, no era una improvisación o un gesto aislado: era el resultado y el fruto de un rico pasado de sacrificios y de gracias para un presente y un futuro al servicio de la misión africana.

Querido amigo, en tu marcha espiritual a Fourvière, estás invitado a vivir un "hoy" lleno de gracia por la presencia de tu pasado de vida misionera, de tu presente donde renuevas la ofrenda de tu existencia al Señor por medio de la Virgen María por un futuro según lo que Dios quiera de ti. Estás llamado a continuar la fundación de la SMA. Nada extraordinario: solamente necesitas la fe y la confianza en Aquel que te ha llamado y estar convencido que permanece contigo todos los días de tu caminar a su servicio.
Nadie se convierte en fundador de un día para otro. El Señor es nuestro mejor formador. Antes de llamar a alguien a una misión, Él le prepara, le pone a veces en condiciones difíciles o incluso le hace pasar por fracasos para que aprenda a no contar en sus propias fuerzas sino en la gracia divina. Desarrolla sus capacidades naturales para un servicio bien hecho según su lógica, que no es la del mundo; sino la de su misterio pascual puesto a nuestra disposición.
Uno de los aspectos que yo admiro mucho en la vida de nuestro Fundador es su compromiso cotidiano a un servicio bien hecho. Lo podemos ver cuando era vicario en Castelnaudary, durante su formación misionera en Paris o durante su formación en Pondichéry, en la misión de Salem, como superior del seminario de Pondichéry, como obispo en Coimbatore, en sus relaciones con la Santa Sede, como fundador de la SMA y vicario apostólico en Sierra Leona.
A los misioneros de Pondichéry les decía: "No somos libres los misioneros de hacer o no la obra de Dios [...]. Es necesario que estemos en ella, inmersos en ella, identificados con ella, abocados a su cumplimiento; es necesario que este trabajo sea nuestra vida, nuestra razón de ser (Retiro a los misioneros, Pág. 35).
Siempre y en todas partes de Brésillac , no solo quería trabajar, sino trabajar bien, es decir, según las exigencias de "la obra de Dios". Se trata, en efecto, de un trabajo que pide una competencia muy especial, única: la de estar, ante todo, unido íntimamente a Cristo, el misionero del Padre, el Alfa y el Omega de toda misión. Es él el que cada día nos envía y nos conduce. Con su Espíritu nos enseña a conocerlo en su presencia y en su mensaje de Verbo Encarnado para la vida del mundo por una nueva creación. Y encontrar en Él los retos de una misión que responda de forma apropiada a los desafíos de nuestro mundo y a los signos de nuestro tiempo.
Esta competencia espiritual es también la primera condición para toda fundación. Nos hace progresar en una respuesta más vigorosa y valiente a la llamada del Señor, de su Iglesia y de la humanidad que nos presenta a cada instante todos sus dramas. Al mismo tiempo, nos impide ser víctimas de la mediocridad, las dudas, la búsqueda a veces angustiosa de seguridades humanas y materiales, del culto de la personalidad, de los diferentes placeres que nos ofrece el mundo y, en fin, del tiempo perdido. Estas "debilidades" esterilizan toda fundación.
Por último decir que en el mundo de hoy respetamos poco el pasado, corremos por el presente y nos sorprende el futuro. Debemos ser un grupo estable, con una identidad precisa, clara, y realmente unidos en Cristo Jesús para vivir y caminar "como apóstoles" según las palabras y el espíritu de nuestro Fundador.
Querido amigo, feliz peregrinación a Fourvière y felices fiestas.
Bruno Semplicio, sma.
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